jueves, 14 de noviembre de 2013

Humillación





 



Es humillación, violentar la razón.
Es humillación, forzar el fuero sin razón.


Es humillación, violentar la voluntad razonada del ciudadano.

Es humillación, cobrar el sueldo sin esfuerzo, devengo ni justificación.

Es humillación, ganar la verdad con mentira.

Es humillación, ofertar y no acreditar.

Es humillación, no acreditar el crecimiento de tu capital.

Es humillación, dictar resolución con violación literal de la norma.

Es humillación, argumentar interpretación de norma sin razonamiento.

Es humillación, no ajustarse al fondo de la cuestión.

Es humillación, no satisfacer el salario pactado y debido.

Es humillación, no respetar los contratos pactados, cualquiera que sea la forma del pacto y su razón.

Es humillación, negar los beneficios sociales que las leyes reconocen en el momento de la contratación.

Es humillación, la alteración de la norma que unilateralmente infringe el Estado, durante la vigencia de los "acuerdos" pactados, dados por normas previamente establecidas.

Es humillación, cuando a uno, ilegítimamente, le quitan la defensa de su razón.

Es humillación, negar y violentar al indefenso.

Es humillación, pretender e insistir en que un camello puede pasar por el ojo de una aguja.

Es humillación, formar parte, por obligación, del censo de un credo, del que en modo alguno participas ni te sientes identificado.

Es humillación, que un creo se sobreponga sobre otros, con la protección de la clase política, en base a la mentira.

Es humillación, que las religiones tengan que ser sostenidas económicamente por el erario público.

Es humillación, pretender que la gente crea que el hecho religioso es ajeno a la voluntad de las personas.

Es humillación, no admitir la existencia de dioses, como un fenómeno creado por las personas a lo largo de los siglos.

Es humillación, tener que reconocer los millones de muertes que han producido y producen los credos religiosos, cuando todos dicen defender la vida de las personas.

Es humillación, que en el sistema educativo se hable de credo religioso y no del fenómeno religioso, como creación humana, por ende, como hecho cultural de los pueblos.

Es humillación, que las organizaciones sindicales, vivan de la mentira, la "sisa" a sus afiliados y se surtan económicamente del erario público.

Es humillación, que la ciudadanía, titular de la representación nacional, esté sojuzgada por los partidos políticos, que, además, sistemáticamente incumplen los mandatos de representación que sus militantes reciben por medio del voto electoral y, a mayor abundamiento, no sólo “sisan” al erario público, cuanto que ortodoxamente, son los primeros en incumplir las normas.

Es humillación, que existan gobernantes que mienten y se apropian de saldos ajenos, que les han sido dados en custodia y administración.

Es humillación, que se prodiguen políticos, cuya actividad de representación, la tomen como un hecho profesional.

Es humillación, que existan individuos que profesionalmente se dediquen al ejercicio de la política y, lo único que prueban es su golfería social y económica

Es humillación, que existan individuos dedicados a la política, inclusive de forma profesional, y sean unos acreditados mentirosos estafadores.

Es humillación, que existan individuos que dedicándose a la política, no alcancen en momento alguno, la categoría de “ciudadano”.

Es humillación, que existan individuos, que dedicados a la política “profesionalmente”, no acrediten otra cosa que ser unos golfos, “vagos físicos y mentales”.

Es humillación, que un pueblo sufra una desvergüenza tal, que su infancia, juventud, enfermos, parturientas y mayores, no se vean atendidos en sus necesidades médicas, al tiempo que sus gobernantes, roban y despilfarran el dinero público.

Es humillación, que un pueblo sufra la enfermedad social de padecer una tasa de desempleo del 27 por ciento (27%), de su población activa.

Es humillación, que los gobernantes de un pueblo, sistemáticamente falseen los datos estadísticos, negando la verdad al pueblo soberano.

Es humillación, que un pueblo sufra una enfermedad social tal, que sus pensiones mínimas, no permitan que sus mayores puedan vivir con dignidad.

Es humillación, que la clase política haya dilapidado el patrimonio nacional, regalándolo a manos privadas, “amiguetes”, para al paso de unos años, esos mismos políticos privatizadores, sean empleados, altamente remunerados, de las empresas que recibieron aquellas privatizaciones públicas, por un precio irrisorio.

Es humillación, que sistemáticamente la clase política de un pueblo, mienta por activa y pasiva, un día sí y otro también, haga ofrecimientos electorales que permanentemente incumple y todo siga igual como si nada hubiese pasado.

Es humillación, que los gobernantes de un pueblo, cuyo sustento lo sacan de su “supuesta representación”, vivan muy por encima de la capacidad media de ese pueblo.

Es humillación, que los gobernantes de un pueblo, que dicen ser haber sido elegidos, democráticamente, por la ciudadanía y que, ante la acreditada “sisa” que hacen al erario público, el despilfarro, el mal gobierno y la permanente “dedocracia” con que actúan; los pobladores delegantes del voto, titulares de la absoluta representación nacional, protesten antes sus delegados electos, y, de estos reciban al mayor desprecio, la persecución policial, judicial, económica y administrativa.

Es humillación, impedir que los habitantes de un estado no puedan votar en libertad, con dignidad.

Es humillación, que los impuestos del estado no sean iguales para todos.

Es humillación, que los más pudientes paguen menos % de impuestos que los menos pudientes.

Es humillación, que jueces y tribunales, con tanta frecuencia, en el ejercicio de sus funciones, omitan lo establecido por el artículo 14 de la Constitución, y el artículo 3 del Código Civil.

Es humillación, que la Fiscalía, en el ejercicio de sus funciones, practique tanta parcialidad como se observa y, al tiempo que deja de cumplir con las obligaciones que le corresponden en nombre del Estado, haga caso omiso del artículo 14 de la Constitución y el artículo 3 del Código Civil.

Un gobierno que humilla a su pueblo, cualquiera que sea su ámbito de actuación, no es acreedor ni de un minuto para perpetuarse en el poder.


© ximo, 10/2013