Si
nos atenemos a la historia,
al
margen de ser una idea ficción,
todos
los dioses han sido belicosos,
vengativos,
pendencieros, celosos,
maledicentes,
traidores, felones;
pero
muy por encima de todos ellos,
los
que ganan la partida,
son
los dioses monoteístas.
Los
dioses monoteístas, con el concurso
de
sus representantes y seguidores,
han
sido y lo siguen siendo,
absolutamente
pendencieros, sanguinarios,
traidores,
maledicentes, farsantes.
Han
impuesto la muerte, han robado,
un
día sí y otro también,
cosa
que sigue ocurriendo al día de la fecha,
han
mentido noche y día;
con coacción e imperativo, han exidido
su credo, con absoluta inquina,
su credo, con absoluta inquina,
por
encima de cualquier otra opción,
han
impuesto su opinión a tirios y troyanos,
que
no les ha importado matar,
incluso,
a su propia madre.
Tales
impostores, han sido los autores
de
las mayores y más graves
lesiones
a sus congéneres;
pese
a ser reos de lesa humanidad,
imploran
su inocencia, su excusa,
es
que obran en nombre de su Dios.
Grave
error; si los dioses son fraternos,
buscan
la belleza, la paz, la justicia, la bonhomía;
por tal, no
es posible que sus representantes,
actúen
con falsedad y maledicencia,
con
desprecio a la vida,
con
actos de lesa humanidad.
Así
pues, en los asuntos de Dios/Dioses,
algo
huele a podrido.
©
Jcb
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