Al estómago nadie la alimenta,
la mente no tiene quien le escriba,
el corazón no goza de escucha,
los sentimientos humanos quedaron en la alhacena.
Aún así las gentes viven y sienten,
son capaces de unir sus manos
y gritar que la vida existe,
que la esperanza en la humanidad no ha muerto,
que la bondad se hará cargo de las gentes,
que los campos serán labrados y sembrados,
que las gentes volverán a sus asuntos,
que los niños y los jóvenes ocuparán sus pupitres,
que la luz de la ilusión por vivir no se ha apagado.
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