Cuando
han pasado cuarenta años por un pueblo,
aún
sabiendo que aquella salida era una estafa,
aceptó
la propuesta y la tomó para si como mal menor.
El
paso del tiempo, no sólo ha limitado nuestro cuerpo
cuanto
también ha minado nuestra ánima.
Ello,
no por otra cosa que por la observación de los
cuarenta
años pasados y perdidos por una población
que
ilusionada se entregó y delegó su hacer y decir
en
unos tipos que han resultado ser unos individuos
absolutamente
villanos, alimañas tanto para las personas
como
para las instituciones del Estado,
incluido
el erario público de todos.
Así,
la mayoría de los que han sido delegados
de
la ciudadanía, no sólo han minado la voluntad
de
los delegantes, cuanto también las instituciones
todas,
de eso que viene a llamarse Estado; es decir,
todas
y cada una de las organizaciones públicas y políticas,
de
que a lo largo de los tiempo, la nación española
se
ha dotado, no sólo para ser, cuanto también
para
desarrollarse como tal,
incluidas
las de capital público,
las
que han sido saqueadas y regaladas
a
los amigos de turno. Bienes públicos que hoy están
en
manos privadas, que con la anuencia de los delegados
de
la ciudadanía, saquean la flaca bolsa de los habitantes
del
suelo patrio español.
Así,
la mayoría de aquellos delegantes
y
los que con el paso se han incorporado,
ya
largo tiempo, siguen soportando la villanía
y
deslealtad de los delegados; es decir,
aquellos
que cada cierto tiempo,
por
mor de una mala e injusta ley electoral,
se
incorporan a ese degradado stadium
de
representación de los electores.
Han
envilecido ese noble oficio temporal
al
tomarlo como un contrato indefinido,
al
tiempo que se consideran imprescindibles;
han
degradado esa honorabilidad temporal,
cuando
en vez de gobernar para las mayorías,
lo
han hecho para las minorías y grupos de presión;
han
pervertido el buen hacer de aquella temporalidad,
cuando
a los más han mantenido, y en ello siguen,
con
salarios de miseria, mientras ellos
directa
e indirectamente, se han asignado retribuciones,
además
de otras prebendas sociales,
muy
superiores a las de la mayoría de los delegantes;
han
prostituido aquel bello oficio temporal,
cuando
los delegados han dado a los delegantes
poco
pan y mucho circo;
han
humillado, y en ello siguen, aquella representación
cuando
los delegantes “han metido la mano”
en
la “caja” pública, aquella que es de todos;
han
relegado su representación, cuando han degradado
la
formación e instrucción pública, sanidad y justicia
haciéndola
caer en cabezas y manos tan sectarias como ellos;
han
depravado aquella representación temporal,
cuando
“a dedo” han contratado para las administraciones
públicas
a amigos y familiares sin necesidad alguna,
otorgándoles
sueldos inmerecidos;
han
deshonrado el voto representativo recibido,
cuando
en las contrataciones públicas han sobrevalorado
sus
cuantías, para llevarse parte de esos excesos de costos
a
su particular bolsillo, etc, etc, etc.
Así,
lo que hace cuarenta años era ilusión,
hoy
es tristeza y desolación,
un
erial que costará generaciones poder levantar.
Los
delegados de hace cuarenta años como los de hoy,
no
estuvieron, ni están a la altura de las necesidades
de
los delegantes.
Los
delegantes han sido empobrecidos
y
los delegados se han enriquecido.
Los
delegados no han querido,
ni
quieren hacer una ley electoral, en la que cada
candidato
defienda y represente un distrito unipersonal,
no
sólo por actos de cobardía personal,
cuanto
también como una acción grupal,
para
imponer la voluntad del jefe de la manada,
así
se impide que la gente se mueva,
pues
aquel que lo haga sabe que se expone
a
no salir en “la foto”.
En
fin, que a lo largo de estos cuarenta años,
hemos
aprendido que a los delegados,
sólo
les importa el voto de los delegantes y,
nada
les preocupa la vida de sus representados;
que
los delegados de los votantes, se agrupan en manadas,
que
sólo buscan el autoempleo y enriquecimiento personal,
al
tiempo que pervierten todas las instituciones del Estado,
degradan
todo el Curpus Normativo (Corpus Iuris Civilis),
tanto
como el Corpus Economicus, premiando a los menos
al
tiempo que relegan la vida de la mayoría de la población.
© Jcb, 15/06/2017
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