viernes, 21 de agosto de 2020

LA TRIBU

 



La educación e instrucción pública, son

los cimientos que generan la sociabilización

de la vida pública, de aquellos que conforman la comunidad.


La vida socio-cultural de la comunidad,

es el triángulo del ser y estar de toda

persona que vive agregada a una agrupación social.


La vida adulta de cada individuo, es la prueba

de la naturaleza de ser y estar del sujeto,

con cuyo acomodo, se prueba la debilidad

o fortaleza de la agrupación social que le da acogida.


La cultura es la pagoda de la educación de cada sujeto,

a la que se une la instrucción pública como torrentera

que crea el cetro final de la cultura individual y colectiva.


La educación como generadora de cultura y

sociabilización de los sujetos,

es el basamento del equilibrio de los individuos.


A tales actuaciones, se suma la instrucción pública

quien contornea, con ponderación, el marco empático

de la sociabilización y honorabilidad de los individuos.


Con tales actuaciones, se crea el marco político-económico

de la vida profesional de las personas,

conformando con ello el marco jurídico de cada sujeto

en el interior de la comunidad.


Una y otras actuaciones dotan a toda criatura

de los contrafuertes y medios necesarios

para la traza de la personalidad de cada individuo,

tanto a nivel individual como social, lo que redunda

en el bien de la tribu que le conforma y acoge.


© Jcb


domingo, 2 de agosto de 2020

LA INMORALIDAD ESPAÑOLA





Sabemos que es injusto generalizar, pero hemos de reconocer, que la atonía del pueblo español, en su conjunto, su inmoralidad, carencia de ética y civismo ciudadano, está perfectamente justificada y enraizada en aquello de: “que inventen ellos”. La ausencia de compromiso personal y grupal, ha dado lugar a un español, cuya postración, parece que es perpetua, inclusive, ya casi en el primer cuarto del siglo XXI.

Claro que “de casta le viene al galgo”, los maestros y espejos que ha tenido, por lo menos en los últimos diez siglos, es para ello.

Son más de diez siglos los que España ha sido dominada por una organización privada, que de lo público y lo privado, ha hecho sus dominios, siendo sus basamentos los de una falacia permanente en su decir y, en su hacer una felonía constante.

Por decisión imperial, ex novo, se crea e impone a lo largo y ancho del imperio, logrando al instante su reconocimiento público, con ello, se constituye en organización dominante, se hace dueña y señora de lo existente e inexistente, creando para sí, el título de poseedora de la Verdad.

Respaldada por la espada, se convierte en sectaria, represora y excluyente, pasando a ser determinante, en la totalidad de la vida y hacienda de las gentes.

Quita y pone reyes, gobiernos y fronteras, fomenta guerras y enfrentamientos de unas gentes contra otras gentes, crea tribunales de orden público e impone su ley, a lo largo y ancho de todo occidente.

Habla de justicia y moral, siendo la organización privada más inmoral y criminal de todo occidente. Se apropia de bienes y haciendas públicas y privadas que jamás le han pertenecido.

Como organización privada, ha puesto y quitado reyes y gobiernos, tal cual desde su origen; en la España de 1936, se alió con la mentira y la traición, alentando y participando en los vergonzosos hechos de 1936-1939, cuyas desvergüenzas ha alentando a lo largo de los años. Otro tanto igual fue lo ocurrido en Chile en 1973. Donde hizo causa común con los traidores, impulsando los crímenes de lesa patria y lesa humanidad. Tampoco estuvo lejos del golpe militar en Argentina de 1976, tanto igual en todas las asonadas de Iberoamérica, cuyos resultados no debemos olvidar jamás. Siempre creando lesa humanidad.

Ha hecho legislar y en ello sigue, conforme a sus particulares intereses grupales. De principio a fin, es culpable de felonía y lesa humanidad, en todo cuanto ha intervenido. No hay momento en el que no haya interferido en la vida y hacienda de las gentes. Se ha acreditado con arrogancia y absoluta inmoralidad, haciendo dejación de su prédica, ha practicado, y en ello sigue, la falacia y la felonía, tanto a nivel personal como grupal a lo largo de todo el orbe.

La refutación que hoy hacemos a dicha organización privada, trae causa de su permanente inmoralidad, ya frente a las personas individuales, como frente al pueblo español en su conjunto, de cuya culpabilidad absoluta no caben eximentes. En modo alguno son admisibles pretextos ni exculpaciones, sus permanentes escarnios, falacias, felonías y criminales comportamientos, no le otorgan excusa alguna.

Pese a que son más de diez siglos los que la aludida organización privada lleva dominando la vida y hacienda de los españoles, es hora de que las gentes tomen conciencia de lo que son y quieren ser.

El pueblo español es mayor de edad, tiene capacidad de discernimiento, sabe lo que es indecente y lo que es ético, es capaz de tomar decisiones por sí sólo; por tal, la permanencia de dicha organización privada, en la vida y hacienda de los españoles, es cosa de los mismos españoles.

Hace ya casi 230 años que la revolución francesa, puso a cada cual en su sitio, es hora pues, que los españoles, noche y día, dejen de ser mancillados con escarnio y alevosía.

© Jcb

sábado, 15 de febrero de 2020

TU MUNDO, NO ES MI MUNDO




Si tu mundo es aquel donde el disfraz es la prenda de uso más común, en cuyos tiempos y espacios os encontráis cómodos cual torbellino vacío del yo, aquel donde la apariencia es la autenticidad más común de todo hacer, ser y estar; por ende tu caminar está ausente del pensar, si lo prefieres, hacer uso de la razón, cual reflexión de cuanto eres y son las gentes de que te rodean. Tal hecho en ti es una absoluta quimera, una ficción. Tal cual cuenco vacío, vives en la “pompa” de jabón, donde todo está, cual veleta, al socaire de los vientos.

Jamás pones los “pies en el suelo”, lo tuyo es el bullicio, la fiesta, las copas, el “to er mundo es güeno”. No es que yo afirme que, de natural, la gente sea “mala”, no es eso, lo que ocurre es que “hay gente pa tó”. Por tal, creo yo, que tu hacer y decir, deben ir de la mano de la observación y la reflexión, saber que hay “buena gente” y que hay gente “tóxica”, que lo único que busca es “vivir del sudor ajeno”, gente que no se compromete en momento alguno, que vive a la sombra de “tirios” y “troyanos”, gente que aún, pese a su edad y posibilidades, siempre ha vivido y, en ello sigue, por mor de terceros.

Me hablas de tu mundo y tus cuitas personales. Bien, como ya sabes soy alérgico a las deslealtades y, por ende no tolero a los desleales, desprecio sus comportamientos, cualquiera que sea el tiempo, el espacio y sus circunstancias. Toda felonía viene precedida de una sucesión de falacias, lo que termina por lo común en la habitual traición. Acepto lo que señalas, pero te recuerdo que lo procedente en todo momento, cualquiera que sea la circunstancia, es que observes y medites tus palabras y actuaciones, las que siempre deben estar presididas por la ética cuya verdad es equilibrio y justicia como la mejor entrega a la causa, cualquiera que ella sea.

Todos los actos de los humanos, entiendo yo, deben estar presididos por la lealtad individual y colectiva, lo saludable como belleza y armonía del hacer de los humanos, lo que en términos socráticos, diríamos que ello es igual a “verdad” y “justicia” (nada es bello si carece de verdad, lo que por ende es injusto), ello, cualquiera que sea el tiempo y lugar. Sostengo que la instrucción se produce en las academias públicas, cualquiera que sea la edad de los educandos, lo que se inicia en la cuna y termina con la losa sepulcral, cualquiera que sea la capacidad y opción de cada educando, por tal, opino, que la educación es aquello que genera la “tribu”, donde vive y se desarrolla cada uno de los individuos, ya que la cultura, es aquello que queda después de haberse olvidado todo.

Por tales razones, entiendo que el ciudadano es aquella persona que forma parte de sociedad que le acoge, protege y le ayuda en su desarrollo, con la que se compromete y participa con absoluta lealtad con todas y cada una de las necesidades de la misma, ello en justa correspondencia a las capacidades y posibilidades de cada cual. Así pues, la ciudadanía se conforma desde la leal responsabilidad de cada uno de los ciudadanos, los que como parte de la misma, conforman la sociedad en pleno. Por tal razón afirmamos que no existe sociedad; es decir, colectividad, si sólo se producen individualidades; por contra, sólo existe colectividad cuando las personas individuales se ponen al servicio del colectivo, tal y como en su día lo acreditó Sócrates, prefiriendo morir antes que violar las leyes del Estado, ello pese a que supiere que su sentencia era una farsa.

Así pues, si en tu acción individual, cualquiera que sea el tiempo y lugar, no tienes otro objetivo que tu propia individualidad y sólo miras tu propio ombligo, es obvio que careces de empatía social o grupal, ya que tu contribución a la sociedad de la que formas parte, “brilla por su ausencia”, en términos coloquiales, diríamos que eres un parásito para esa misma sociedad.

Por tales razones, te pido que salgas de tu individual “ghetto” para que te puedas dar y comprometer con la sociedad que te acoge, te arropa y te brinda todo tipo de posibilidades, cualesquiera que sean las de tus preferencias. Si en el desarrollo y desenvolvimiento de tus preferencias o intereses personales, te implicas y comprometes con la sociedad grupal que te proporciona todos y cada uno de tus medios de vida, es obvio que pasarías a la categoría de “ciudadano”, de lo contrario, no dejarás de ser otra cosa que un individuo; es decir, un número más de la manada y, sinceramente, la “manada” sólo sirve para hacer ruido y levantar gran una polvareda en sus desplazamientos grupales.

© Jcb