Hemos observado que su mandante “Dios”,
no parece tenga codificada
la conducta de obligación mandada,
a sus obreros en acción, tras el: “adiós”,
olvidan los encargos recibidos.
Ellos que tanto hablan, hacen manada
y acopios legos tras rezo y jornada,
toda palabra y acción son abalorios.
Dan lectura e interpretación de cada
lección, que ellos mismos la dan fallida,
como emisarios de cada jornada.
Sus adagios, en cada amanecida
hasta puesta de sol, son un fracaso
de delegación y mandato de su “Dios”.
© Jcb.
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