Los
credos, cualquiera que ellos sean,
se
caracterizan por un concurso de ideas ficción,
las
que después de haber sido
sido
convenientemente adobadas,
fueron
puestas en el mercado
como
cualquier otra mercancía.
Una
vez ello, los confesos,
especialmente
los monoteístas,
a
sangre y fuego, impusieron
sus ideas ficción y en ello siguen.
Tal
intolerancia, ha costado mucha sangre inocente,
lo
que por desgracia sigue vigente.
Hechos
que no son otra cosa que
asuntos
de lesa humanidad,
cuestión
que en ningún caso puede
encontrar
justificación alguna.
Para
mayor gloria de tales confesos,
la
perdida de vidas humanas,
han
ido acompañadas
de
robos y expolios en favor de los
impositores
del fuego y la mordaza.
©
Jcb
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